MARATÓN DE BARCELONA 2016. ¡POR FIN UN BUEN MARATÓN!

Escribir la crónica de esta carrera hace que desde la primera pulsación del teclado se dibuje una sonrisa inmensa en mi cara y se me humedezcan los ojos. Las piernas han acumulado cientos de  kilómetros en el camino hasta el maratón, la pelea con la báscula ha sido todo un desafío durante cuatro meses y el esfuerzo mental necesario para no decaer, para cumplir con el planning, ha sido agotador, pero el esfuerzo, como siempre hasta hoy, ha merecido la pena y hace que reafirme mi creencia en que no hay NADA, en lo deportivo, equiparable a cruzar la meta de un maratón.

Si ya leíste las crónicas de Valencia, Sevilla o Madrid, sabrás (si no, avisado estás) que debes reservar algo de tiempo para completar la lectura del ladrillazo que queda debajo de esta línea. ¿Preparados?


El madrugón del sábado dolió. Había quedado con Ramón a las 6:20AM en la estación para subir al tren de las 6:40 hacia Barcelona y los primeros nervios no habían permitido el descanso adecuado. Para empeorar un poco la situación y añadir algo de tensión a la víspera del maratón, el constipado que empecé a notar el viernes empeoraba rápidamente y no podía dejar de estornudar y secarme la nariz constantemente.
El viaje hasta Barcelona se nos hizo corto, revisando nuestros objetivos para el día siguiente, comentando la estrategia de la carrera y charlando sobre nuestras sensaciones ante el grandísimo reto que teníamos por delante el domingo. Gracias a BlogMaldito y su impagable trabajo de documentación, lleno de guías y consejos sobre cómo afrontar el maratón de Barcelona, nos hicimos una idea de lo que nos encontraríamos al día siguiente. Además, con sus 20 errores a evitar en Barcelona, que creo debería venir impreso en la bolsa del corredor de todas las ediciones, intentamos, aunque después caeríamos en varios de ellos, tomar nota mental de las zonas en las que había que llevar cuidado y reservar y en cuáles podríamos dejarnos llevar.

Lectura obligada para cualquier freak del atletismo popular. Grande David, de blogmaldito

Casi sin darnos cuenta llegabamos a Sants y comprobábamos que habíamos acertado en la elección del hotel, Expo Hotel Barcelona, casi al lado de la estación y a 10 minutos escasos de la línea de salida, con unos servicios de cena y desayuno magníficos.

Recién llegados a Barcelona
La salida y meta, al fondo de la imagen, desde el hotel.
El cansancio por el viaje y el sueño  invitaban a quedarse un rato en el hotel, pero podían más las ganas de hacernos con el dorsal y visitar la feria deportiva del maratón, Expo Exports. A penas habíamos deshecho la maleta y ya estábamos en medio de la multitud que transitaba por la plaza de España accediendo al recinto ferial y recogiendo casi sin espera nuestros dorsales.


En este punto hay que mencionar el único aspecto negativo de todo el fin de semana respecto al maratón. La comida de pasta que iba incluída en la inscripción agotó los tickets a las 12:30, dejándonos fuera cuando ya estábamos en la cola para recoger la entrada. Por suerte, unos amigos corredores de Ramón con los que coincidimos nos cedieron uno de su tickets, válido para dos personas, y pudimos acceder finalmente al recinto.
La cantidad de pasta servida era ridícula. Una ración diminuta servida junto a 2 mandarinas y una pieza de pan que lejos de saciarnos hicieron que buscáramos un restaurante cercano y montáramos nuestra particular "fiesta de la pasta"

No comment XD
Ya solo quedaba visitar tranquilamente la feria, inmensa, en la que pudimos cruzarnos con Martín Fiz, Chema Martínez y los actuales campeones de España de maratón, Paula González y Castillejo, entre la incontable cantidad de expositores de diferentes marcas deportivas y los stands de maratones nacionales y extranjeros (cuántos de ellos haría si el tiempo y el dinero lo permitieran...)

El constipado seguía dando guerra y con tantas horas en pie el cuerpo nos pedía retirada. En el hotel no pude evitar dormirme antes de cenar, cansado, con la cabeza dolorida de tanto estornudo. Entre el sueño reparador y la ducha parecía que mejoraban las sensaciones, pero por la noche, después de cenar, la nariz seguía tapada y costó muchísimo conciliar el sueño. Llevaba paracetamol en la maleta y parece que hizo alguna mejora en mi estado de salud, pero no pude evitar pensar que tal vez aquello iba a peor y que podría suceder que amaneciera febril y tocara abandonar.

Como en ocasiones anteriores, el domingo no hizo falta ninguna de las alarmas que había programadas para que me pusiera en pie a las 6:15. Lo primero que hice fue comprobar el viento en la calle. La pasada tarde soplaba fuerte, incómodo y frío y parecía que se mantenía la misma previsión, a juzgar por el movimiento de las ramas de los árboles.
Me encontraba algo mejor, pero no acababa de sentirme curado. Decidí tomar otro paracetamol y que fuera el cuerpo en la carrera el que me avisara si aquello empeoraba o podía aguantar.

El desayuno fue el habitual. Mi pasada mala experiencia en Madrid (sí, los que me conocéis os estáis partiendo de risa ahora, malditos) con el desmadre intestinal hizo que no arriesgara en alimentación desde la pasada tarde. Poco después recibía noticias del que sería mi compañero de fatigas y sufrimiento en la carrera, el gran Urban Mario Adan, que se ofrecía a acompañarme a mi ritmo durante toda la carrera y con el que quedaría en la entrada de los cajones de la carrera.
Ropa preparada, geles, braga, cubrebrazos, gafas, reloj, pulsómetro... Llegaba el momento de salir a la calle, por fin.
La llegada a la plaza de España, camino de la salida, nos hizo ver la envergadura del evento. El mar de corredores era espectacular y, a diferencia de otros maratones, con pruebas de menor distancia al mismo tiempo, aquí sabíamos que los 20000 inscritos veníamos a lo mismo. Todos ibamos a ser compañeros en el reto de finalizar los 42195 metros del maratón. Era imposible no emocionarse, después de tanto tiempo preparándome para este momento.

Poco antes de despedirme de Ramón, cada uno camino de su cajón de salida, emocionadísimos los dos.
Los nervios hicieron que no entendiera bien las indicaciones de Mario para encontrarnos, aunque esto hizo que me cruzara con mis compañeras de Urban Macu y Noemí, que se estrenaban en esta distancia (¡enhorabuena a las dos!). Finalmente localicé a Mario y entramos en el cajón que tenía asignado.
En el momento de la inscripción elegí la salida para tiempos entre 3:45 y 4 horas. Después comprobé que quería pelear por un tiempo ligeramente mejor, pero pensé que sería gratificante y motivador correr adelantando contínuamente, si era capaz, corredores, por lo que no hice modificación alguna.

A punto de pisar la línea de salida
La carrera se iniciaba por turnos, espaciada, dejando minutos entre los diferentes cajones, por lo que tardé poco más de un cuarto de hora en poner el reloj en marcha después del pistoletazo de salida, acompañado de la música de Mercury y Caballé cantando "Barcelona" seguida de los "Carros de Fuego" de Vangelis. Tenía ganas de gritar, de correr muy rápido, casi de llorar de emoción. Por fin empezaba, después de 16 semanas de preparación, el maratón de Barcelona. La batalla estaba servida.

Salida y meta del maratón



Había intentado aprenderme de memoria todo el recorrido y su perfil y recordaba que hasta poco después del km.7 , pasado el Camp Nou, debía ser precavido. No parábamos de subir suavemente, aunque encontráramos algún tramo llano que diera respiro. Mario, que había vivido muchísimos años en Barcelona antes de trasladarse a Alicante, conocía perfectamente todo el circuito y la ciudad y sabía, con una precisión asombrosa, dónde se encontraban cada una de las subidas y bajadas de la carrera.

Un perfil no demasiado duro pero que exigía llevar mucho cuidado y saber regular

Circuito espectacular

Me encontré bien en la subida pero no forcé aunque el ritmo inicial fuera algo más lento de lo esperado. La tarde anterior Ramón y yo habíamos caminado por el Paral·lel, el último tramo del maratón, y sabía que en esos últimos kilómetros aquella cuesta que parecía poca cosa, con 40 kms. en las piernas podía ser muy dura si no había reservas.

Todo lo que habíamos subido hasta poco después del campo del Barça empezábamos a bajarlo poco después de pasar el edificio de La Caixa. Diagonal abajo empezábamos a acelerar el ritmo y las piernas no sentían el esfuerzo de la subida que dejábamos atrás.
Pasaba el km.10 ligeramente más lento de lo previsto, pero no me preocupaba. Mi estrategia era ir de menos a más y que finalmente el tiempo medio de la carrera se quedara cerca de los 5:17m/km, dejándome algo por debajo de 3:45:00
Entre el km.11 y el 12 se podía divisar la plaza de España, con la meta esperándonos a 30kms. de distancia, pero por suerte girábamos rápido hacia Gran Vía y olvidábamos que aún estábamos muy lejos del final.

El público empezaba a ser muy numeroso y ya empezabamos a escuchar algún que otro ánimo a los corredores llamándonos por nuestro nombre, que estaba escrito en los dorsales.
Los kilómetros pasaban rápido, hablando tranquilamente con Mario, intercambiando experiencias y manteniendonos actualizados en todo momento respecto a las sensaciones de la carrera. Me notaba fresco y las piernas se iban solas sin darme cuenta, sobre todo cuando era a Mario al que se le soltaba el freno (es infinitamente mejor corredor que yo y mi ritmo era un paseo para él) y se escapaba unos metros adelantado. El constipado parecía no ser problema por el momento y el ritmo medio de la carrera empezaba a ser cada vez más rápido.


Todo marchaba según lo previsto, así que me permití un pequeño parón en uno de los aseos instalados por la organización para aliviar la vejiga. Era optimista en ese momento y pensaba que ese tiempo perdido en el aseo era fácilmente recuperable.
Poco antes del km.14 un giro a la izquierda nos metía en el Paseo de Gracia. Ahora sí, el ambiente de la carrera era increíble. Muchísima gente gritando, animando, ofreciendo sus manos a tu paso, en especial los niños, te hacían sentir poderoso y capaz. La subida frenaba un poco el ritmo pero Mario, conocedor del circuito, ya lo había tenido en cuenta y me tranquilizaba avisandome de qué tramos estaban por llegar para ir de bajada recuperando o acelarando.

El giro por la calle Rosello y después por Sardenya se estrechaba y seguía estando tanto o más animado que el Paseo de Gracia. Nuestro paso por la Sagrada Familia dejaba a muchos visitantes con cara de asombro ante la marea humana que pasaba por delante de la obra de Gaudi y los ánimos del público hacían que afrontaramos confiados un tramo psicológicamente complicado, según había leído. Los kms. entre el 18 y el 22 los hacíamos de ida y vuelta por la Meridiana, subiendo primero y bajando después y por primera vez empezábamos a cruzarnos con otros corredores y veíamos por fin el ecuador de la carrera en el sentido de vuelta.

El ritmo de subida fue algo más lento de lo esperado, pero habíamos conseguido acelerar en los kilómetros anteriores y cuando inicamos la vuelta para abandonar la avenida y cruzamos el medio maratón, comprobamos que la estrategia, de momento, era buena.
En este primer punto de control que nos pusimos vimos que todo iba según lo previsto. No llegábamos por poco a la hora cincuenta y tres y me notaba fuerte, así que decidí seguir con lo planeado. Me encontré tan bien que me dije que por qué no ser un poco, solo un poco, más ambicioso y buscar un tiempo ligeramente mejor.
Había dejado atrás, en teoría, la parte complicada de la carrera y la evaluación de daños era muy favorable, así que aceleré suavemente. Incluso en el km.25, donde las piernas empezaron a avisar tímidamente de que quedaba poco para empezar a sufrir, seguí buscando aumentar ligeramente el ritmo medio de la carrera.


El temido muro, el momento de las malas sensaciones, dicen, llega en el km.30 o 32 (lo he conocido, sé lo que me digo) Yo, en el 26, empecé a notarme demasiado cargado para la distancia recorrida y empecé a luchar contra las malas sensaciones. Los dominios del tío del mazo en este maratón se encontraban en la Diagonal, que recorríamos de ida y vuelta empezando en el km. 26 y acabando en el 31. 5kms. de terreno casi imperceptiblemente ondulado en el que volvíamos a ver a los corredores en sentido contrario y en el que la cabeza podía jugarnos una mala pasada.

La ida se hizo muy larga. Ya no recordaba casi nada del circuito que había intentado memorizar, pero gracias a Mario pude ponerme como pequeña meta volante la Torre Agbar, punto en el que girábamos de nuevo por la Diagonal camino a la costa.
Estaba cansado y ya empezaba a sentir que, lejos de poder acelerar, los últimos kilómetros iban a ser los más lentos.
Por suerte, como he comentado en las entradas previas al maratón, el entrenamiento me ha hecho más fuerte mentalmente, me ha enseñado a tolerar mejor las señales de fatiga del cuerpo y a sobreponerme a las malas sensaciones. Si en los entrenamientos, en las tiradas largas, había podido sacar fuerzas de donde parecía no haberlas y cumplía con los tiempos y el cuerpo respondía...¿no habría estado preparando cuerpo y mente precisamente para este día en este momento?¿acaso no era ese, entre otros, el objetivo?
Me repetí mil veces que las malas sensaciones no significaban necesariamente fracaso, que eran algo propio del maratón y que, tal como sucedía entrenando, era cuestión de tiempo acostumbrarse y convivir con ellas durante la carrera. ¿Pretendía correr 42 kms. sin notar algún pequeño bajón?¡Vamos!
No dejaba de ver corredores que se retiraban o estiraban lesionados en las aceras, pero no me planteé ni caminar ni que yo pudiera ser uno de ellos. No era el día. No había luchado tanto como para detenerme ahora o caminar para sentirme mejor. El cuerpo respondería. Estaba preparado.



Esta mentalidad me mantuvo todavía al ritmo objetivo hasta el km.34, por el Litoral y el Port Olimpic, pero poco después noté que no podía mantenerme tan rápido. Nuevamente luché contra mí mismo para no hundirme. No pasaba nada, si había que reducir la marcha, incluso si la marca esperada se iba a paseo, me repetía. Había ganado unos minutos de margen sobre el tiempo esperado hasta ese punto, así que no era grave frenar. Aunque aflojara el ritmo saldría un buen tiempo final y la mejor marca personal seguía a tiro.

Ahora trataba de distraerme. Seguía hablando con Mario, que me animaba a echarle valor y me rercodaba lo cerca que estábamos ya del final. Me acercaba a los laterales de la carrera para chocar la mano a los niños y sentir el calor del público (mil gracias al anciano anónimo que me ofreció su mano y me animó por mi nombre). Cualquier cosa que pudiera hacer que me evadiera de la pequeña crisis que atravesaba era bienvenida.

Había tratado de recuperar fuerzas con los geles, que habían ido bien en el km.21 y el 30, sin  problemas para el estómago, pero ahora me notaba algo hinchado por el agua y la mala digestión del último, algo lenta, así que no tomé nada más.
El paso por el arco del triunfo poco antes del km.37 fue memorable. La estampa de los corredores pasando por el monumento rodeados de gente terminó de animarme e hizo que no necesitara, como en pasados maratones, llegar al km.40 para sentir que podía acabar la carrera.

Espectacular paso por el arco del triunfo.

En cuanto encaramos Via Laietana y pasé el 38 sabía que el maratón era mío. No había fuerzas para acelerar y tenía claro que la subida del Paralelo frenaría todavía más mi carrera, pero sentía que lo que quedaba era puro trámite.



No habíamos llegado al km.40 y ya iniciabamos la subida del Paral·lel. Dolía como ninguna otra de las rampas del circuito. Se pegaba a los pies y resultaba imposible mantenerse en el ritmo deseado, pero la vista al final de la plaza de España a lo lejos te recordaba que la carrera se acababa. El km.41 no llegaba nunca. Cuando lo hizo, el circuito parecía volverse más duro todavía. De golpe un pequeño giro nos llevaba a los dos carriles izquierdos de la carrera. Cada vez más y más gente, más y más pegados a los corredores. Por fin, el esperado giro a izquierda dentro de la plaza de España y la gloria, la meta al fondo, poco después de la marca del km. 42 y los últimos metros en la avenida María Cristina dejando atrás las torres venecianas y con la fuente de Montjuic al frente. Mucho antes de la línea de llegada ya estaba celebrando la victoria con Mario, que levantaba mi mano al tiempo que pisábamos la línea de meta en 3:47:30 para unirnos después en un grandísimo abrazo. Una vez más había podido con ello. De nuevo, el maratón quedaba atrás y, por fin, conseguía hacer una buena carrera, de acuerdo a lo previsto, sin parar porque el cuerpo o la cabeza fallara. Se escapaba por poco bajar de 3:45, pero ¿a quién cojones le importa? Soy feliz.

Todavía unos metros por delante, pero ya celebrándolo.

Lástima que esta foto corte a Mario a mi derecha
Impagable el momento que captura esta foto, abajo a la derecha de la imágen
Conseguido :)
(para amantes de datos y estadísticas: 3:47:30 real, 4:03:27 oficial, posición gral.7229 de 16501 entrados en meta y en mi categoría, el 2997 de 5538)




No puedo dejar de agradecer poder haber compartido la preparación, el viaje y parte de la carrera con mi gran amigo Ramón. El viaje y las risas previas y posteriores a la carrera no los podré olvidar nunca.
Por descontado, me quedaré siempre corto en elogios y agradecimientos al grandísimo Mario, que tiró de mí en los momentos más jodidos y que se echó a la espalda la responsabilidad de aguantarme y llevarme hacia mi récord personal en maratón sin importarle hacer una marca muy inferior a la que es capaz de hacer (estoy seguro que podrías darle otra vuelta al circuito al terminar, crack)

Tampoco me puedo olvidar de todos los que me han animado y soportado el mono-tema-maratoniano durante todo este tiempo: Rafa y resto de mis queridos Skyrunners, mis amados Urbans (os veo pronto, espartanos), mis grandes compañeros y amigos de empresa Raúl y Pepelu, mi amada familia... A todos, a cada uno de vosotros, que en algún momento animásteis y os interesasteis por esta locura de correr que embarga ultimamente a este casi cuarentón: GRACIAS.

¡Grande Mario! Mil gracias

AMIGO, en mayúsculas


No puedo estar más orgulloso. Quién lo diría hace 9 años...
Felicidad absoluta (y ligero parecido en actitud y pose a Stevie Wonder)
Se acabaron los maratones hasta el año que viene (ya os contaré lo que tengo en mente...). Después de unos días de descanso toca volver a la carga. No habrá largas distancias. Medio maratón como mucho. Mi objetivo, viendo que cuando preparo maratón caen en el camino los records personales de 10k (Rotary Illice - Elche en enero) y medio maratón (Orihuela en febrero), creo que si me preparo a conciencia para distancias más cortas aún puedo arañar tiempo a mis 43:59 del 10000 y el 1:40 de la media. De momento, a seguir disfrutando de este deporte.

Mil gracias si has llegado hasta este punto de la crónica. Más áun, si lo has hecho del tirón :-D
Gracias por estar ahí.
Saludos.

Comentarios

  1. Esta entrada es de quitarse el sombrero, me he emocionado y todo :D

    Pero que bonitaaaas las medallas, debes estar muy orgulloso de todas ellas. La osa 4 maratones ya ¡guau! A ti las deportivas te duran poco ¿no? jajaja

    He leído las entradas anteriores y se puede mascar el sufrimiento a cada paso y en cada letra. Esos truquitos que das para poder superar el muro vienen genial para los que no tenemos ni idea de lo que es asumir tantos kilómetros.

    Pero lo mejor de todo es que al leerte se nota que estas, emocionado, alegre y feliz. No hay mejor motivo que ese para correr. Porque que el cuerpo te duelo es normal tras tanto esfuerzo. Aunque siempre he pensado que los que no lo hemos corrido no tenemos una idea "real" del dolor que se siente. (Yo con la media creí que moría asi que un maratón.. buff)

    Lo mejor de todo es tu constancia, sigue así haciendo honor al nombre de tu blog y corresinparar.

    Rodéate de las personas que te quieren, novia, familia, amigos.. ¡TODOS! para celebrar cada reto y sigue contándolo en tu blog que atrapa a cualquiera que entre un segundo.

    ¡¡Mi más sincera enhorabuena!!

    Ahora a por el de París ;)

    Por cierto, me dio error la página y me toco volver a escribir todo el comentario espero que no se duplique jajaja

    ResponderEliminar
  2. No se ha duplicado! :) Pues mira, que me la he leído yo también otra vez y me he emocionado como un idiota jajaja Es tremendo lo que aporta este deporte incluso como aficionado. Gracias una vez más por pasarte por aquí, leerme e interactuar un poco. Creo que eres mi lectora número 1 jajaj Lo he escrito muchas veces: lo que se siente al acabar el maratón es indescriptible, por mucho que uno se empeñe en ponerlo sobre el papel (o el blog, en este caso) Me alegro de que te guste. Comentarios como el tuyo hacen que me apetezca seguir contando mis carreras y que no sienta que esto cae en el vacío de Internet jajaj Besos :)

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